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Este hecho de sangre es consecuencia de la crisis social, cultural y familiar en la que estamos inmersos los panameños
La violencia escolar y la vida:
Rogelio A. Mata Grau
romagrau19@hotmail.com
Este hecho de sangre es consecuencia de la crisis social, cultural y familiar en la que estamos inmersos los panameños
La comunidad educativa nacional está atravesando por un momento de dolor, estupor y profunda tristeza por la muerte de un colega docente cuya vida le fue arrebatada por un estudiante (su alumno) que le disparó a la cabeza dentro del aula de clases, y por la espalda. Aprovecho para enviarle mi más sincera condolencia a toda la comunidad educativa del Instituto Profesional y Técnico de David, a través de su directora, nuestra amiga y colega profesora Leila de De Gracia, al igual que a sus familiares, rogándole al Señor que les dé fortaleza en estos momentos de dolor.
¿Qué razones motivaron a este muchacho a disparar a la cabeza del ser humano que lo estaba ayudando a formar para la vida?, ¿cuáles pueden ser las razones que aduce una parte de la población para concluir que la violencia es la solución más viable para solucionar los conflictos? Trataremos de darles respuesta a estas interrogantes, partiendo de que hay quienes sostienen la tesis de que el ser humano es violento por naturaleza.
Y hay quienes señalan que la violencia es un mecanismo aprendido –y por lo tanto enseñado, consciente o inconscientemente– para ejercer el poder o la defensa.
Lo que llamamos violencia se manifiesta de diversas maneras: hay violencia física, verbal, psicológica, y hasta simbólica, que se manifiesta de forma indirecta, o mejor, que parece que no es tal.
En la escuela se manifiestan, en mayor o menor medida, todas estas clases de violencia, de igual manera que en otros ámbitos de las relaciones humanas; siempre que hay que compartir espacio y/o tiempo con otros: la propiedad del territorio, el uso o las normas de utilización de ese territorio, hay conflictos que pueden devenir en violencia, entendida como agresión a otros.
La escuela también es un ámbito artificial de convivencia, en el que se dan las condiciones para que aparezcan los conflictos. Se “fuerza” la convivencia entre iguales, que han de compartir espacios y tiempos, lo que provoca situaciones de lucha por el control de estos: quién, cuándo y de qué manera se usa ese territorio, son asuntos que se resuelven frecuentemente con métodos violentos.
Aprovecho para enviarle mi más sincera condolencia a toda la comunidad educativa
En la escuela hay muchos elementos que favorecen la aparición de conflictos; muchos elementos que facilitan a los alumnos una visión negativa del lugar y las actividades que en ella se desarrollan. La escuela aporta un currículo oculto cargado de normas, obediencia, jerarquía, valores de prestigio, competitividad, uniformidad, marginación, individualismo, valor de los resultados frente a los procesos, los cuales no favorecen precisamente que las personas que en ella conviven la sientan como parte de su vida y menos aún los alumnos que no son capaces, por las razones que sean, de articularse a ese sistema en el que pasan una gran parte de sus días peleando por conseguirlo o por defenderse.
La violencia es un tema que ha adquirido, desde los años setenta, una magnitud apreciable en países como Estados Unidos, Suecia, Noruega y Reino Unido. En nuestro país su incidencia es menor, pero empiezan a detectarse más manifestaciones preocupantes como el asesinato del colega en el Instituto Profesional y Técnico de David. Este hecho de sangre es consecuencia de la crisis social, cultural y familiar en la que estamos inmersos los panameños.
Los actos violentos están sujetos a un gran sistema de relaciones interpersonales, en las que emociones, sentimientos y aspectos cognitivos están presentes y configuran parte del ámbito educativo. Asimismo están ligados a las situaciones familiares de cada alumno/alumna, y al ámbito social de la escuela.
El problema comienza cuando se quiere solucionar un conflicto mediante el ejercicio de la autoridad, del castigo, etc., lo que provoca un clima de tensión en el aula que el docente a veces no sabe manejar, y queda el asunto latente en las relaciones interpersonales y en el clima del centro que lo sustenta.