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El resultado impone un gobierno y parlamento cuasi idéntico al disuelto pero, la gran diferencia está vez, es que no se saltarán las leyes porque han sentido en sus propias carnes las consecuencias de saltarse las líneas rojas
Hablaron las urnas y las matemáticas en Cataluña. Una mayoría de catalanes no desea independizarse de España. Poco importa que, en número de escaños y por mor de las reglas de reparto de los mismos, los independentistas se hayan aupado en mayoría dentro del parlamento. Tampoco es relevante que, el partido del gobierno, el PP, haya retrocedido hasta los 4 escaños, pues el dato lo único que pone de relieve es que sus votantes han optado por “prestar” los votos a formaciones constitucionalistas con más posibilidades, como era el caso de Ciudadanos.
Lo cierto es que, la participación batió récords y el resultado confirma que solo menos de la mitad de los catalanes está por apoyar la aventura secesionista. Y, es obvio también, que esa mitad pro independencia, ha votado con el corazón y no con la cabeza. Su elección es más fruto del resentimiento anti español que de la reflexión. Es más consecuencia de un adoctrinamiento desde la cuna, que el fruto de un análisis de lo que les es más conveniente. No han apostado siquiera a caballo ganador. El 21-D se asemejó más a una confrontación futbolística entre el Barça y el Real Madrid que a una confrontación política y de ideologías. Era la apuesta de los hinchas de uno y otro equipo y esa, de espaldas a la marcha del equipo, de sus logros o fracasos, será siempre un “prieta las filas” y estoy con el Barça porque soy del Barça y viceversa.
La línea roja es la inhabilitación y la cárcel
El resultado impone un gobierno y parlamento cuasi idéntico al disuelto por aplicación del artículo 155 CE pero, la gran diferencia está vez, es que no se saltarán las leyes porque han sentido en sus propias carnes las consecuencias de saltarse las líneas rojas: su disolución, la responsabilidad patrimonial personal, la inhabilitación y la cárcel. La letra con sangre entra y la experiencia dicta que solo la aplicación estricta de las leyes con todas las herramientas del estado de derecho puede frenar nuevos experimentos y veleidades fantásticas que terminamos pagando todos.
AscoHastaLaNaúsea